jueves, 22 de abril de 2010

Recurso de casación TSJC

Llamo, a la que creo que va a ser la última puerta posible para llamar pidiendo justicia. El ultimo recurso que cabe, aparentemente la última esperanza. Seguramente el final de este camino que empecé a andar hace ya cuatro largos años. El ultimo clavo ardiente al que me aferro, casi sin fuerzas, con la esperanza diezmada, la confianza dañada y la sensación creciente de lo baldío e inútil que va a ser el esfuerzo. Esfuerzo, que sin el calor, el aliento y el empuje de los míos, Susana, mi familia, y por supuesto mis amigos, no podría realizar. Gracias a todos.
En este momento, me sorprendo muchas veces mirando atrás, analizando cada uno de los pasos que he dado en ese camino, preguntándome si han sido pasos acertados o tal vez me dejé llevar por la confianza en la justicia a la que había encomendado mi vida. Vuelve a mí el recuerdo del día en que pude comprar a mis hijos y mi dignidad o la de ellos me impidió hacerlo. Tal vez me arrepienta algún día de no haberlo hecho, tal vez me hubiese arrepentido toda la vida, de haberle puesto precio al poder estar con mis hijos.
Desde entonces, mientras observo cada día como mi ex pareja manipula la vida y las mentes de mis hijos, leo sobre el SAP, escucho tertulias de supuestos expertos, oigo las voces de cientos de hombres en mi situación y despido un nuevo día con la sensación de estar metido en un circulo invisible de voces atormentadas que se retroalimenta una y otra vez, esforzándose cada día por hacer oír inútilmente su voz, invisibles a la cotidianidad de las gentes, de los dirigentes y de la sociedad en general. ¿A quien le importa un puñado de hombres, maltratadores en potencia, clamando por el derecho de ser padres?
Condenados de antemano por la sociedad que nosotros mismos construimos, relegados al ostracismo y desterrados de la vida de nuestros hijos, confinados en el papel de progenitor alimenticio, apelamos a cuantos oídos quieran oírnos. Mientras, los días pasan, nuestros hijos crecen y todo aquello por lo que empezamos a luchar, parece estar anclado en el mismo lugar del primer día.
Hoy, he recibido la contestación a una carta que le mandé a nuestro presidente, el Sr. Rodríguez Zapatero. Por supuesto no me contestó él, sino el Sr. José Enrique Serrano Martinez, director del gabinete de la presidencia. Recibo un cálido y fraternal golpecito en la espalda mientras me dice, eso si, con palabras muy correctas, “esto es lo que hay”.
Espero que haya justicia detrás de la puerta a la que estoy llamando.

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